Actualizado 11/08/2025
–
12:01CEST
Es posible que te haya sucedido que, cuando alguien a tu lado abre la boca para bostezar, tú también acabes haciéndolo. Este fenómeno, conocido como bostezo contagioso, no es casualidad ni una simple señal de sueño. La ciencia ha demostrado que se trata de un reflejo neurológico vinculado a nuestra capacidad de imitar y a la empatía, que ocurre sin que podamos controlarlo. Investigaciones en psicología y neurociencia han revelado que este acto automático se debe a procesos inconscientes en nuestro cerebro, que reproducen lo que vemos como parte de un mecanismo social muy ligado al proceso evolutivo.
El cerebro y las neuronas espejo
Lo que llamamos bostezo contagioso tiene una base neurológica clara. El sistema de neuronas espejo se activa cuando observamos una acción, como puede ser bostezar, y dispara una respuesta similar en nuestro propio sistema nervioso; según indican los expertos de Psychology Today.
Algunos estudios, como el publicado en PubMed de resonancia magnética funcional han detectado actividad en áreas conocidas del sistema espejo, como la parte derecha del giro frontal inferior, cuando las personas observan bostezar a otros. Además, se ha comprobado que este fenómeno ocurre también en animales sociales como chimpancés y perros, lo que apunta a una función social primitiva y compartida entre especies.

El bostezo de imitación también se da en muchas especies de animales
Una acción con mucho trasfondo
La conexión entre bostezo contagioso y empatía ha sido objeto de debate. Diversos estudios señalan que las personas más empáticas son también más susceptibles a contagiarse del bostezo, especialmente cuando proviene de alguien cercano. Sin embargo, otros trabajos apuntan a que esta relación no es concluyente, y los desacuerdos existen en este tipo de estudios científicos.
En relación a ciertas teorías evolutivas, algunas opiniones expertas sugieren que el bostezo contagioso ayuda a sincronizar estados dentro de un grupo, como el descanso o la alerta colectiva, actuando como un mecanismo de cohesión social. También hay evidencias de que bostezar puede ayudar a regular la temperatura cerebral, mejorando la circulación y el flujo de oxígeno, tal y como mencionan en la web de Verywell Health.
Bostezar cuando alguien más lo hace no es solo una anécdota curiosa, sino que puede ser un reflejo cerebral profundo que combina imitación, posible empatía y funciones fisiológicas evolutivas. Por eso, la próxima vez que te sorprendas contagiándote de un bostezo, piensa que tu cerebro está siguiendo un patrón que ha acompañado a la humanidad y a otras especies y que estás participando en un pequeño recordatorio de que, incluso en algo tan normal y corriente, nuestras mentes están conectadas.
Leer en la fuente
QvaClick recopila noticias desde fuentes oficiales y públicas. Los derechos pertenecen a sus respectivos autores y editores. QvaClick no se hace responsable de los contenidos externos enlazados.