La inteligencia artificial (IA) está ganando cada vez más terreno entre los estudiantes de colegios y universidades. Por ello, es necesario prestar atención a su uso para garantizar que sea honesto y adecuado. En ese contexto, este equipo de corresponsales escolares conversó con docentes del área de Educación para el Trabajo (EPT) de la institución Nuestra Señora de la Esperanza, de Lima, con el objetivo de explorar el impacto de la IA en la educación desde una mirada crítica, pero también esperanzadora.
Uno de los aportes más transformadores de la inteligencia artificial es su capacidad para democratizar el acceso al conocimiento. Según informes de la Unesco, más de 63 millones de estudiantes han podido acceder a materiales traducidos automáticamente gracias a herramientas impulsadas por IA, derribando barreras lingüísticas y sociales.
En Estados Unidos, el 68% de los programas de educación especial ya integran inteligencia artificial para ofrecer una enseñanza personalizada, de acuerdo con el Centro Nacional de Estadísticas de Educación (NCES).
Esto permite adaptar contenidos y metodologías a las necesidades de cada estudiante, brindando mayor equidad a quienes enfrentan dificultades en los modelos educativos tradicionales.

Desde el colegio Nuestra Señora de la Esperanza, los profesores reflexionan sobre cómo educar con IA sin dejar de educar.
Personalización, autonomía y nuevas formas de aprender
Las plataformas basadas en IA ya no son solo asistentes: se están convirtiendo en co-profesores. Muchos adolescentes han encontrado en herramientas como ChatGPT, Duolingo o Khan Academy un apoyo para practicar, comprender mejor temas complejos y explorar nuevos intereses. Esta independencia fomenta un aprendizaje más activo, donde el estudiante elige su ritmo, su lenguaje y su estilo.
En nuestras aulas, varios docentes ya han comenzado a incluir proyectos en los que los alumnos programan pequeñas IA o las utilizan para resolver desafíos reales. Este enfoque rompe con los métodos tradicionales y plantea preguntas urgentes: ¿qué significa aprender en la era de la IA? ¿Y cómo aseguramos que ese aprendizaje sea profundo y crítico?
La docente de la institución, Ingrid Vidal, comentó: “Considero que hay diferencias en la percepción sobre el uso de esta herramienta digital. Los estudiantes ven a la inteligencia artificial como una aliada que les facilita realizar tareas, organizar ideas y ayudar en distintos trabajos. Los docentes, en cambio, podemos verla como una amenaza que fomenta el plagio y la dependencia tecnológica. Esto me lleva a pensar que necesitamos una alfabetización digital crítica en ambos niveles”.
Riesgos del mal uso: el lado ciego del acceso automático
Aunque los beneficios de la IA son innegables, su uso indiscriminado puede afectar el desarrollo del pensamiento crítico. Según el último informe de GoStudent, el 85% de estudiantes de secundaria y universidad utiliza herramientas de IA en su estudio diario, y el 49% las emplea para redactar trabajos sin comprender del todo el contenido.

En un mundo cada vez más digitalizado, la inteligencia artificial ha llegado a las aulas para quedarse.
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No se trata de demonizar la tecnología, sino de comprender sus límites. Este equipo de corresponsales considera que, así como un libro puede ser fuente de sabiduría o desinformación, la IA depende del cómo, cuándo y para qué se utilice. Aquí es donde el rol del docente es clave: enseñar a dudar, a contrastar fuentes y a no perder la voz propia.
Impacto emocional y social: una brecha que también es generacional
El Observatorio ProFuturo advierte que el uso intensivo de tecnologías basadas en IA puede afectar el bienestar emocional. La reducción del contacto humano, la menor interacción espontánea y una vida cada vez más mediada por pantallas pueden provocar aislamiento, ansiedad y baja motivación.
Pese a ello, es importante resaltar que la IA no es buena ni mala en sí misma. Es una herramienta poderosa que, bien utilizada, puede transformar la educación de maneras impensadas. Sin embargo, si se convierte en un atajo permanente o reemplaza la curiosidad natural del estudiante, deja de ser útil y se vuelve un obstáculo. La educación del futuro no será sin IA, pero tampoco será solo con IA. Será con personas que sepan cómo y cuándo usarla y, sobre todo, que nunca dejen de preguntarse, investigar y pensar por sí mismas.
Autores
Nota elaborada por los corresponsales escolares de la institución Nuestra Señora de la Esperanza: Andrea Ariana Campos Marthans, Justin Alberto Carrizales Sánchez, Keiko Alejandra Higa Suárez, Víctor Eduardo Córdova Segil y Ariana Belén Guillén Salazar; bajo la mentoría del periodista Sebastián Ramírez.
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