Don Mariano Eduardo de Rivero y Ustáriz conocido como el Sabio Rivero es considerado el primer científico peruano del período republicano auroral, así como padre de la química, de la arqueología, de la geografía, de la mineralogía en el Perú. Ingeniero de minas, naturalista, historiador, anticuario, agricultor, geólogo, prefecto (de Junín y de Moquegua), diputado y diplomático, fundador del primer Museo Nacional de Historia Natural, y autor, entre otras obras, de la monumental “Antigüedades peruanas” primer tratado sobre el Perú precolombino.
Había nacido en Arequipa en la casona virreinal de su familia en las postrimerías del Siglo de las luces, un 12 de octubre de 1798. Niño prodigio, don Mariano Eduardo fue enviado a estudiar a Londres a los 12 años luego de haber realizado sus primeros estudios en el seminario San Jerónimo de Arequipa, colegio de educación superior fundado en 1619.
Ya en el Reino Unido ingresó a la escuela católica de Dowling. Luego se trasladaría a Francia a hacer sus estudios superiores en la Escuela Politécnica fundada en 1794. Por aquella época aquel politécnico se especializó en la enseñanza de las matemáticas y de las artes militares, régimen así establecido a principios del siglo XIX por el emperador Napoleón Bonaparte. Este hecho debió influir de manera significativa en el joven cadete Rivero, que siempre fue un hombre disciplinado y meticuloso en su quehacer profesional, indistintamente en los sectores públicos y privados donde laboró.
Dos años después ingresó a la École Nationale Supérieure des Mines de Paris siendo el tercer extranjero y primer latinoamericano en ocupar vacante en ese afamado centro estudios, fundado por el rey Luis XVI en 1783 para “impulsar el arte de descubrir y explotar las minas y para formar a los futuros directores de minas”. Ahí sus alumnos estudiaban química, mineralogía y docimasia demás de física, geometría subterránea e hidráulica.
Rivero fue un personaje de talla mundial y discípulo predilecto de Alexander von Humboldt. Brindó un aporte invalorable a la ciencia, a la minería, a la historia y al servicio público de nuestra Patria y de la América, gracias a sus investigaciones que sintetizó poco antes de fallecer en Paris en 1857 en la obra “Memorias científicas, agrícolas e industriales” que fue publicada en dos tomos en Bruselas. Personaje multifacético destacó también por su labor como prefecto, diputado y cónsul general en Europa, habiendo sido condecorado por las cortes de los reyes Leopoldo I de Bélgica y Federico VII de Dinamarca.
Escribió Antonio Raimondi -quien probablemente lo haya conocido al arribar al Perú por primera vez en 1850- sobre Rivero en 1874: “los rasgos característicos del sabio Rivero son modestia, actividad y vivo entusiasmo por nuestro progreso físico e intelectual”.
El Libertador don Simón Bolívar fue su protector. A recomendación de Alexander von Humboldt, Bolívar lo contrató en Paris en mayo de 1822 a través de su embajador en el Reino Unido, Francisco Antonio Zea para trabajar en la Gran Colombia, a fin de impulsar desde la ciencia y la tecnología de la época, la minería en ese país, así como en la formación profesional en esa actividad económica. Luego de tres años en la Gran Colombia regresó a su Patria después de muchos años, donde desplegó una obra tan diversa como encomiable a su servicio.
El historiador Juvenal Luque de la Escuela de Historia de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos refiere que “el esfuerzo del naturalista arequipeño Mariano Eduardo de Rivero que en los comienzos de la vida independiente culmina con la creación de la Escuela de Minería de Huánuco (…) El Director Rivero y Ustariz (..) realiza una labor excepcionalmente valiosa, que se extiende por las principales zonas mineras del país, y se prolonga por largos años (…) Durante mediados del siglo XIX era evidente la falta de una escuela técnica de minería que asumiera el papel dirigente en este ramo, para potenciar la cada vez más redescubierta riqueza minera del Perú. El primer esfuerzo conducente al logro de este fin, se debe a la labor pionera del sabio arequipeño Mariano Eduardo de Rivero”.
Desde siempre la actividad minera es una de las más productivas en nuestro país. Actualmente cuenta con altos estándares y significa alrededor del 9 % del PBI, además de tener un gran impacto en otras actividades económicas. Este esfuerzo profesional y empresarial echa raíces en Rivero y Ustariz, el primer ingeniero de minas peruano y el primero en la Republica que investigó y publicó -con óptimos resultados- sobre mineralogía, impulsándola tanto en la gestión como en la educación públicas, como director general de minas y como director de la escuela de minas de Huánuco respectivamente. Por los desórdenes políticos de lo primeros años de libertad, tuvo que emigrar a Chile contratado por su gobierno para impulsar la minería en ese país.
Es Rivero ejemplo de carácter, de lealtad al país, de perseverancia, de honradez y eficiencia en la gestión pública, y de constante esfuerzo por contribuir al desarrollo de la tierra que lo vio nacer y de sincera peruanidad así como de acrisolado americanismo.
Para finalizar recojo una valiosa reflexión de Rivero que sigue muy vigente: “El hombre en su corta permanencia por el mundo debe dejar trazas cuando menos de lo que haya hecho en beneficio de la sociedad, pues de ese modo talvez se alienten sus descendientes a seguir sus honrosas huellas”.
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